Cuando
el medio rural muere, también desaparece una parte de las ciudades... Nos
enfrentamos a una situación paradójica, y es que el desarrollo rural es un
asunto que nos afecta a todos pero nadie se da cuenta de ello. Las zonas
rurales son biotopos vivientes a los que no pueden renunciar nuestros
ciudadanos.
Franz
Fischler, miembro de la Comisión Europea y responsable de agricultura y
desarrollo rural hasta 2004
La cultura rural ha sido
siempre silenciada y menospreciada. Tal vez hoy, comparándola con la cultura
urbana dominante o considerando la
densidad de población, podríamos sacar una conclusión primaria y sesgada sobre
su utilidad. Pero antes, cuando la población y el trabajo rural eran mayoritarios,
también se consideraba como ser de segunda categoría a la persona de pueblo y a
lo rural dándoles la calificación de “primitivos”, “retrasados” o
“paletos”. Los conocimientos agrarios,
la tecnología aplicada, la sabiduría
medicinal y gastronómica, el
conocimiento y cuidado de la naturaleza y de sus cambios, el tipo de vida más
comunal, etc. no han sido nunca suficientemente valorados. Y la causa ha estado
en el dinero, que ha fluido siempre en las ciudades y ha permitido exponer sus
características como deseables, ocultando sus muchas desventajas. Ahora,
después de unas décadas de un cierto reequilibrio, vuelve el sesgo económico a
decirnos que somos menos dignos de servicios porque tenemos menor densidad de
población o porque costamos demasiado. Se vuelve a olvidar lo que lo rural
aporta a la vertebración del territorio, al cuidado de nuestra riqueza
medioambiental, a la producción de alimentos, etc. Se vuelve a apostar por la despoblación.
De la palabra negación
se dice “la carencia o falta de una cosa”, “dejar de reconocer”, “no admitir su
existencia” y “ocultar, disimular”. Si lo aplicamos a nuestro caso del mundo
rural, se traduce en una única idea con diversas formas. Dejar de reconocer lo
rural significa que en un primer momento ha sido nombrado para ser,
inmediatamente, rechazado e ignorado. No admitir su existencia quiere decir que
en ningún momento ha sido una realidad pensada pues, desde el principio, se
niega su existencia; si se niega su existencia es porque no existe como
realidad, y si no existe como realidad no se puede pensar en ella. Por tanto,
el mundo rural y sus escuelas se convierten en una realidad invisible,
silenciada y excluida del pensamiento social, hegemónicamente construido bajo
la mirada y el pensamiento urbano. Podemos, pues, hablar de la urbanización del
pensamiento educativo. Así y todo, de un modo u otro, también ocurre que el
mundo y la escuela rural son pensados como realidades y, en tal caso, cabe
preguntarse: ¿cómo son pensados? No hay que dar muchas vueltas al asunto para
descubrir que son situados en un lugar secundario, subordinado y de
inferioridad con respecto a las escuelas de verdad. Y calificar de este modo a
las escuelas rurales es asignarlas a la categoría de lo negativo, frente a las
escuelas de verdad, urbanas y prototípicas, a las que se les hace pertenecer a
la categoría de lo positivo. Inevitablemente, la pertenencia de las escuelas
rurales a esa categoría desprende una imagen devaluada y estereotipada. Vázquez Recio (2008)
UNA
EDUCACIÓN DE CALIDAD PARA TODO EL MUNDO
“Sin perjuicio de que a lo
largo de la enseñanza básica se garantice una educación común para los alumnos,
se adoptará la atención a la diversidad como principio fundamental. Cuando tal
diversidad lo requiera, se adoptarán las medidas organizativas y curriculares
pertinentes, según lo dispuesto en la presente Ley” (artículo
4-3 de la LOE)
“Todos, asimismo, tienen
derecho a acceder a niveles superiores de educación, en función de sus
aptitudes y vocación, sin que en ningún caso el ejercicio de este derecho esté
sujeto a discriminaciones debidas a la capacidad económica, nivel social o
lugar de residencia del alumno”. (Artículo 1-2 de la LODE)
Vivimos en un país donde
la educación básica es universal y gratuita. Para que la igualdad sea real debemos también atender a la equidad. Si la
igualdad de oportunidades no es la misma porque las condiciones personales,
familiares, geográficas o de población
inciden en la calidad del servicio, estamos poniendo a un determinado alumnado
en situación privilegiada sobre otro. La educación trata de dar el mayor grado
de formación a cada alumna o alumno de forma “que les permita el desarrollo
de su propia personalidad y la realización de una actividad útil a la sociedad”
(artículo 1-1 LODE). Cada persona tiene
un desarrollo y unos condicionantes a los que hay que atender. Sería mezquino
que alguien sugiriera que como una persona con un determinado grado de
deficiencia intelectual nunca podrá obtener el graduado, no merece la pena que
la sociedad se gaste el dinero en darle educación y dejemos de invertir en
profesorado o colegios que puedan formarles. Esto que nos parece grave en el
caso anterior por lo que supone de instrumentalización de la educación, nos
está empezando a pasar en la escuela pública rural. Porque no se mira con
criterios de gobernabilidad sino con criterios económicos; porque no se apuesta
por la igualdad sino por el darwinismo social; porque no se planifica a largo
plazo sino dando respuestas desligadas y sectoriales.
Nos urge darnos cuenta de
que lo rural y su escuela no es un grano molesto en el cuerpo social sino una
apuesta por el futuro, una inversión en medio ambiente y en cultura, sacar a la
luz unos valores determinados imprescindibles para la sociedad actual. Porque “se
admite abstractamente desde hace décadas el valor decisivo de la educación para
la prosperidad y el bienestar social; pero no se reconoce con obras tal valor
eminente”. Altarejos, en Varios (2003). Si el alumnado ve que los servicios
y las oportunidades están en las
ciudades van a interiorizar que aquello es bueno y el pueblo es malo.
Si favorecemos que vivan
en su entorno con las mismas oportunidades, si les ayudamos a valorar lo que
tienen, tal vez entonces puedan comprender que ser agricultora-en-su-pueblo no está
reñido con estudiar economía o que ser pastor-en-su-comunidad y estudiar
historia no son aspectos incompatibles o que hay muchos tipos de empresa que se
pueden constituir en su núcleo pequeño. Puede ser que les ilusione estudiar
porque comprendan que saber les hace más personas y les permite conocer mejor
lo que hacen.
Que al final sepan vivir en lo rural y lo urbano aunque
elijan un medio de los dos para echar raíces. Que, como manifestaba Jaime
Izquierdo, sean capaces de recorrer el mundo y de volver a su pueblo. O
también, que conozcan su pueblo y entiendan el mundo.
Comprender su realidad y
estudiar conllevará posiblemente que sepan desarrollar nuevas profesiones o las
profesiones tradicionales de una manera nueva
como apunta Rodríguez Felgueroso. Profesiones que tal vez no tengan que
ver con el modelo actual (por ejemplo, una casa rural que vuelva a sus
orígenes; una agricultura no intensiva; unas empresas sociales o comunales; un
turismo del sosiego; una vida ecológica...) o quizás sí (por ejemplo
agricultura intensiva mejor gestionada, ganadería estabulada más rentable,
hoteles con oferta excitante...)
bibliografía
·
VÁZQUEZ
RECIO
, Rosa.(2008).
Las Escuelas Rurales: Un lugar en ninguna parte. Las
ciudades invisibles del mundo educativo. http://www.aufop.com
·
Varios
(2003) Ética docente. Ariel educación. Barcelona. , p.50
Ángel Gambín Gallego, maestro.
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